El paso

– ¿Qué dices si voy y te visito? O viajamos ambos al mismo lugar.

-Paula… No tengo vacaciones como para viajar, y todavía no tengo un horario muy definido acá. Sería muy poco tiempo el que podría estar contigo

-Poco es mejor que nada.

– ¿Crees que lo valdría?

-Tú no. Y tampoco te voy a obligar.

-Tal vez después, cuando ya esté más instalado.

-Sí, después.

Y le colgó. Le gustaría que entendiera que no es que no quiera, o que la esté rechazando, simplemente no puede. Le gustaría que no tuviera esa mentalidad de querer las cosas al momento, y si vienen después, ya no las quiere tanto.

Pasaron algunas semanas sin hablar, hasta que un domingo cualquiera ella le mandó un mensaje de texto en alguna Red social, para preguntar si le podía mandar una foto, y si estaría de acuerdo con no preguntar quién la tomó. Era una foto de ella en la playa, con una sonrisa en la cara y los brazos en el aire; la parte de arriba del traje de baño desabrochada, y bajada dejando ver sus senos, pero más importante, sus pezones que él no sabía ahora estaban perforados

– ¿Preguntar cuándo te perforaste los pezones sí puedo?

-Ah, unos días antes de cuando pregunté si podía autoinvitarme a tu casa. Era de las   sorpresas que quería darte.

-Ya…

Pues muy bonitos, te ves muy feliz y muy bonita también.

-Gracias. Lo estuve.

Pensó en decir que esperaba se viera así de contenta cuando lo visitase, pero no quería ponerse a pensar en la logística de ello. Pensó si quién tomó la foto sabría de él, y que posiblemente no existiera si él no hubiera rechazado su autoinvitación. Pensó en decirle muchas cosas, pero decidió que era mejor no decir nada, sobre todo nada que pudiera mal interpretar como celos, o como promesas, que sería peor.

Otra vez se acumularon semanas sin hablar. Era normal en ellos. Lo importante era que podían dejar de hablar por mucho tiempo, y seguir siendo tan amigos, y algo que no era amigos, como siempre.

Lo que no se esperaba era un mensaje de Daniel, uno de los poco amigos en común que tenían. El mensaje decía que tenía algo que decirle, que le contestara cuando tuviera un momento para una plática que podría durar una cantidad considerable de tiempo.

Le contestó tres días después, en parte por falta de tiempo, en parte porque no se le ocurría siquiera qué tema podría querer hablar. Los tres se habían mudado tanto, cambiado carreras tanto, que el único tema en común que se le ocurría, era Paula. Daniel no era más cercano a Paula que Ernesto.

-Disculpa que me tomó tantos días. ¿De qué querías hablar?

-No te preocupes, Paula me dijo que eso iba suceder.

Primero necesito que veas estas fotos.

Cinco fotos, tres autoretratos de Daniel y Paula, una de Paula dormida, y de nueva cuenta, la foto de Paula con el bañador corrido y los pezones perforados.

– ¿Tú le tomaste esa foto?

-Yo no podría aguantar los celos y la curiosidad de saber quién estaba con ella.

No supo que responder. No creía sentir celos, curiosidad sí y mucha. Pero no sabía que quería decir.

-Vamos Ernesto, algún comentario debes tener.

-No sabía que ustedes estaban juntos.

-Juntos… Tanto como ella y tú lo estaban.

Es la parte menos sorprendente de la historia.

Sí, paula me ha autorizado a enviarte las fotos que yo considerará, siempre que incluyera la última, para que supieras cuándo ocurrió.

Me ha permitido decirte cosas, pero primero debía cumplirse una condición que desafortunadamente, ha ocurrido.

Paula falleció el día que te contacté.

– ¿Qué chingados me estás contando?

Ernesto inmediatamente se fue a los perfiles de esos otros pocos amigos en común. El de paula no decía nada de “en memoria…”, lo sabía porque le había revisado más temprano ese día, pensando en hablarle por teléfono después. Solamente en el perfil de una persona encontró algo relacionado, una selfie de esta amiga, Wendolyne, con Paula, escrito lo mucho que la quería y que la iba a extrañar, y agradeciendo todas las lecciones, sobre todo la de inventarse tiempo.

-Paula no puede estar muerta.

-Llevo días pensando lo mismo. Te comprendo, aunque para mí, fue menos sorpresa.

Ella intentó darte las noticias, pero no quería que fuera por mensaje, ni por llamada

-Y yo como idiota le dije que después.

-Hace muchos meses se desmayó en casa de su madre, terminó en urgencias. Volvió a suceder en la misma semana, le hicieron estudios, le encontraron un tumor cerebral.

La aplicación de mensajería le informó que Daniel estaba escribiendo, pero en un momento cambió a decir que estaba grabando un audio.

Tres minutos de agónica espera.

“Creo que mejor decirlo que escribirlo. Primero dijeron que era tratable, pero luego resultó que sería difícil. Y ella… Ella estaba cansada de muchas cosas en la vida, seguro lo sabes, y cuando le dijeron que dejarlo sin tratar le daría solamente unos cuantos meses de vida, decidió empezar a dejarlo todo en orden. Su mamá no entendía, si hermano no entendía; su papá, que nunca había estado muy presente en su vida, seguro tú también te sabes esa historia, fue el único en entender. Después hizo una lista de personas a quienes le diría. Wendolyne no iba a ser la primera, pero coincidió en su ciudad. Por eso Wendolyne ha dicho que le enseñó a hacerse tiempo, porque, aunque al principio iba justa de tiempo, al final se quedó dos días más con Paula… Tú ibas a ser el primero, y yo… pues yo de último, si quedaba tiempo.”

Terminaba el audio, aunque la plataforma ya anunciaba otro. En la voz de Daniel se escuchaba tristeza, la nariz escurriendo, la quebrantes de voz.

“Pero cuando intentó contactarte, su salud empezó a ponerse mal. Entonces pasó a mí. Siempre supe que había alguien más importante que yo, no esperaba que fueras tú. La misma tarde de la foto en la playa, me lo contó todo. Lo de ella y lo de ustedes. No me quería decir que eras tú, pero le insistí. Insistí también a que te contará, así fuese por nota de voz. Y bueno, así fue como terminé con permiso de contarte, de nosotros, de su enfermedad, de lo importante que eras para ella. Me hace mal pensar en eso cuando no has podido ni darte tiempo para verla, pero es la realidad, tú siempre fuiste tanto para ella, todo lo que yo quería ser… “

-Eso es lo importante Ernesto.

-Daniel… Yo no sé qué decirte.

-Dime al menos que ya la extrañabas antes de saber que ya nunca va a estar

-Pues claro que sí, no mames. Ella era…

Nunca supe que era.

Amor romántico no era, amor de amigos se queda corto.

– ¿Y por qué siempre la dejabas de lado?

“No la dejaba de lado, pero no quería hacerle ilusiones. Yo no… Yo sí quería verla después. ¿Por qué no me dijiste tú?” No fue tan consciente de haber aplastado el botón de grabar audio. Pero sí dijo exacto lo que sentía. Sí él hubiera estado en el papel de Daniel…

Otro audio. Y decía justo lo que Ernesto estaba pensando, que, si hubiera estado en su lugar, también habría hecho todo lo que paula pidió.

-Mira Ernesto, los tres nos conocimos casi al mismo tiempo, y, según me han dicho, su relación conmigo y su relación contigo, han corrido paralelas. Yo ya no tengo más que decir, pero tengo mucho dolor y mucho coraje.

Y aunque parte de mi enojo sea contigo, entiendo que las palabras no te salgan.

Entiendo si luego me quieres decir algo, y estaré disponible.

Ernesto ya no respondió. Al menos no ese día.

Hablarían después, hablarían mucho. Daniel le mandaba mensaje cada que el dolor por la pérdida lo invadía, y Ernesto cada que se sentía culpable por aquel “tal vez después” que ahora le carcomía la existencia.

Ninguno creía realmente en la vida después de la muerte, así que nunca lo hablaron, pero Daniel imaginaba que Paula estaba allá, viendo que se habían compañía, y que seguro eso la ponía igual de tranquila, que en la foto durmiendo, que se la había hecho Daniel después de haberle contado de su relación con Ernesto. Por su parte Ernesto se imaginaba que Paula podía, desde el más allá, ver su dolor, y esperaba que al menos ahora ya no le quedasen dudas de lo importante que había sido para él, aunque en vida nunca lograse demostrárselo.

Cuando uno parte lejos, el paso inicial
También será el primero para regresar
Que mi adiós deje entrar ansias de volver

(Love of Lesbian – El paso)

Madre mía el formato de esto… Esto primero se iba a titular Metamores, luego El Mundo (también por LoL), y al final, El paso porque queda igual de bien, pero sin hacerme llorar. Lo que me hace llorar El mundo es de no creerse. Volví a leer esta historia porque ya hace semanas que la escribí, y también me hizo llorar. Soymuynena, recordemos.

En el que me invento libros*

Ese día, ambos hicieron un esfuerzo por asistir a la inauguración de la exposición del amigo, ese que justamente había sido quien los presentó muchos años atrás. No se estaban evitando, ninguno pensó siquiera que el otro fuese a estar ahí.

Ella hizo un gesto a modo de saludo, que el interpretó como permiso para acercarse a saludar. No había diferencia visible entre ellos y cualquier otro par de personas en la sala. Había pasado ya un tiempo y ninguno sentía resentimiento, o enemistad, pero no pensaban mucho en su relación, en lo que vivieron, en el otro. Podría parecer que no recordaban haber estado en una relación, hasta ese momento en que sus miradas se cruzaron desde lados opuestos de la habitación final de la exposición.

Hablaron de su amigo, de sus obras, de alguna anécdota individual o compartida entre los tres. Justo cuando ella pensaba despedirse, él hace una pregunta que, años atrás, había estado esperando, pero no ese día. – ¿Recuerdas el libro que me regalaste?

-Recuerdo preguntarte cada cierto tiempo, “¿ya leíste el libro?”, nunca lo hiciste.

-Es que justo lo leí. A principios del encierro por covid.

– ¡Oh vaya! ¿entonces eso se necesitaba, una epidemia global y por fin te dio curiosidad de leerlo? -Ambos ríen. – ¿Y qué te pareció?

-Me pareció que, quien en ese momento era mi novia, mi porrista personal casi, y la verdad es que era quien hacía todo el esfuerzo por la relación; esa novia me regaló un libro donde la protagonista es la porrista personal y el principal apoyo de un pinchi pendejo que no sólo no se da cuenta de todo lo que ella le aporta, sino que aparte toma el crédito que le corresponde a ella. Sin mencionar que nunca puede tomar nota de esos detalles pequeños pero persistentes que a ella le gustarían.

El silencio que se instala entre ellos en ese momento, él piensa que es normal; ella se siente incomoda. -Vaya novia tenías.

-Sí noté que… que bueno, yo hacía eso contigo. Y con todas mis parejas.  

-Yo, la reina de la sutileza.

-Algo así eres. Pero me sirvió para, al menos intentar lo de tomar en cuenta esas cositas que ella menciona que le harían ilusión, y para hacer un esfuerzo porque las cosas funcionen, gracias a ambos y no nomas por todo lo que ella lo está intentando.

– ¿Y la relación va mejor ahora?

– ¡Todo va tanto mejor! La primera vez que alguien me felicitó por algo que yo sabía había sido más mérito de ella, conscientemente me aseguré que todos supieran eso, y ella se puso a llorar porque pues… bueno, tal vez te imaginas sus motivos.  Y así ha sido desde que, finalmente, leí el libro que me regalaste, un esfuerzo constante y consciente por reconocer la ayuda de otras personas, sobre todo la de ella.

Otro silencio que, de nueva cuenta, cada quien interpreta a lo que dicta su consciencia. -Me alegra que te haya servido leer el libro.

– ¿No te molesta que no lo haya leído cuando me lo diste? Digo, pude haber empezado a cambiar contigo, pude haber sido mejor contigo.

Se miran de frente y ninguno puede fingir que comprende la mirada del otro -Me alegra que te haya servido el libro. De verdad. Además, ahora puedo decir “mi ex es mejor persona gracias a mí.”

-Gracias por ya no estar molesta con nuestra falta de sincronía.

Es verdad que a ninguno le queda resentimiento, pero tampoco cosas para decir. -Oye me tengo que ir. Pero me dio gusto verte. Y saber lo del libro y todo.

-Imagina a mi el gusto de poder darte las gracias.

-Fue lindo.

-Sí. Igual y luego podríamos salir. Con nuestras parejas, claro.

-Claro. Sí. Sí, por supuesto. Nos mensajeamos y planeamos algo.

No se volvieron a ver en la vida. Ni por casualidad.

(*con tal de que la historia medio funcione)

¿No que sabías nadar?

-Y ahora que ya no escribes, ¿sí sientes que te ahogas todo el tiempo?

-Todo el tiempo.

-Tal vez deberías ir a terapia.

-Siento que a veces se necesita terapia para aceptar que necesitas terapia ¿sabes? Depende en que tipo de entorno creciste, qué pensaban de ello. No sé.

-Tal vez nomas se necesita un poquito de deconstrucción, no de terapia para la terapia.

-… Aparte me siento muy metiche de las vidas de las personas que sí siguen escribiendo. Siento que les debo algo, aunque yo no tengo nada que contar. Por eso ya no escribo, porque no tengo nada que contar.

-Más que la sensación constante de ahogarte.

Nos estamos acordando de la hoja sin fecha del libro La Nausea. Sobre tener un diario y escribir obsesivamente todo. Hace años, cuando leí el libro, transcribí esa hoja en el blog que tenia antes (soymuynena.blogspot.com). Fui a leerla, leí otros posts, terminé llorando pensando que siempre que encuentro un diario antiguo, lloro. O si ya estoy llorando, dejo de llorar al notar que me está doliendo lo mismo de siempre (whatever that is), entonces me queda claro que llorar no lo arregló ni lo arreglará. Esto tampoco lo arregla, está claro. Pero al escribirlo, y apretar el botón de Publicar, puede que esos diálogos conmigo misma dejen de repetirse constantemente.

30, 40, ó feliz cumpleaños a mí.

Hace algunos meses me topé un video donde alguien repasaba una de esas listas de “Libros que debes leer antes de los 30” para numerar cuántos había leído. No recuerdo si la persona ya tenía la edad o le faltaban algunos años, pero busqué la lista para seguir en mi racha de berrinches por cumplir 30 años (El último de agosto. Agosto tiene 31 días, por cierto). Pero después en los comentarios varias personas comentaron lo obvio, que no había autoras en la lista. Encontré otra lista que repetía algunos títulos, pero más importante, esta era para leer antes de los 40. Incluso más importante, he leído más libros de la primera lista, oh.

Aquí junto las dos listas, marcando los que ya leí. Algunos ya sé que no los voy a leer (el nombre de la rosa, el señor de los anilos, El príncipe,…)pero esperemos otros diez años para hacerlo oficial. También, quizá después le de mejor formato a este post, es que sí quería ponerlo antes de cumplir treinta años pero… el tiempo, el estado general del mundo, alguna otra excusa, etc..

 “The Sound and the Fury” (1929) – William Faulkner
“The Catcher in the Rye” (1951) – J.D. Salinger
“La Virgen de los Sicarios” (1994) – Fernando Vallejo
“El Príncipe” (1513) – Nicolás Maquiavelo
“Los Detectives Salvajes” (1998) – Roberto Bolaño
“Diablo Guardián” (1964) – Xavier Velasco
“Ficciones” (1944) – Jorge Luis Borges
“Así habló Zaratustra” (1883) – Friedrich Nietzsche
“Rayuela” (1963) – Julio Cortázar
“La insoportable levedad del ser” (1984) – Milan Kundera”
“Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos” (2005) – Zygmunt Bauman
“On the Road” (1957) – Jack Kerouac
“In Cold Blood” (1965) – Truman Capote
“Niebla” (1907) – Miguel de Unamuno”
The Road” (2006) – Cormac McCarthy
“Por quien doblan las campanas” (1940) – Ernest Hemingway
“El Barón rampante” (1957) – Italo Calvino
“Rojo y Negro” (1830) Stendhal
“El extranjero” (1942) – Albert Camus
“Ana Karenina” (1877) – León Tolstói
“Azul” (1888) – Ruben Darío
“Ciudades desiertas” (1982) – José Agustín
“El tambor de hojalata” (1959) – Günter Grass
“El Lazarillo de Tormes” (1554) – Anónimo
“Drácula” (1897) – Bram Stoker
“Ham on Rye” (1982) – Charles Bukowski
“Tom Sawyer” (1876) – Mark Twain
“The Brief Wondrous Life of Oscar Wao” (2007) – Junot Díaz
“Los pilares de la Tierra” (1989) – Ken Follett
“La montaña mágica” (1924) – Thomas Mann
“At the Mountains of Madness” (1936) – H. P. Lovecraft
“El testigo” (2004) – Juan Villoro
“Espejos” (2008) – Eduardo Galeano
“Crimen y castigo” (1866) – Fiodor Dostoyevsky
“High Fidelity” (1995) – Nick Hornby
“Naked Luch” (1962) – William Burroughs
“El perfume” (1985) – Patrick Süskind
“Crónica del pájaro que da vuelta al mundo” (1994) – Haruki Murakami
“Mrs. Dalloway” (1925) – Virginia Woolf
“Trilogía de la noche” – Elie Wiesel (1955)
“El Nombre de la Rosa” (1980) – Umberto Eco
“Oliver Twist” (1837) – Charles Dickens
“The Bonfire of the Vanities” (1987) – Tom Wolfe
“El Emperador” (2002) – Ryszard Kapuściński
“Atonement” (2001) – Ian McEwan
“The Lord of the Rings” (1954) – J. R. R. Tolkien
“Nubosidad variable” – Carmen Martín Gaite
“Juegos de la edad tardía” – Luis Landero
“Desgracia” -J. M. Coetzee
“La ciudad de los prodigios” -Eduardo Mendoza
“Amsterdam” -Ian McEwan
“El libro de Rachel” – Martin Amis
“La fiesta del Chivo” – Mario Vargas Llosa
“Calle de las tiendas oscuras” – Patrick Modiano
“Pensamientos para mí mismo”- Marco Aurelio
“Dientes blancos” – Zadie Smith
“Sin destino” – Imre Kertész
“El mapa y el territorio” – Michel Houellebecq
“El amor dura tres años” – Frédéric Beigbeder
“2666” – Bolaño, Roberto
“El día del Watusi” – Francisco Casavella
“Plata quemada” – Ricardo Piglia
“Léxico familiar” – Natalia Ginzburg
“La trama nupcial” – Jeffrey Eugenides
“Las correcciones” – Jonathan Franzen
“Pastoral Americana” – Philip Roth
“El sentido de un final” – Julian Barnes
“El jinete polaco” – Antonio Muñoz Molina
“Con rabia” – Lorenza Mazzetti
“Intimidad” – Hanif Kureishi
“Un hombre” – Oriana Fallaci
“Éramos unos niños” – Patti Smith
“Arrancad las semillas, fusilad a los niños” – Kenzaburo Oé
“Nunca me abandones” – Kazuo Ishiguro
“Beloved” – Toni Morrison
“Suite francesa” – Irène Némirovsky
“Mis rincones oscuros” – James Ellroy
“Demasiada felicidad” – Alice Munro
“Olvidado rey Gudú” – Ana María Matute
“Americanah” – Chimamanda Ngozi Adichie
“El año del pensamiento mágico” – Joan Didion
“Leonora” – Elena Poniatowska
“Tu no eres como otras madres” – Angelika Schrobsdorff
“Una habitacion propia” – Virginia Woolf

“Ciudad de cristal” (1985) – Paul Auster

Los que ya leí

“100 Años de Soledad” (1967) – Gabriel García Márquez
“El Principito” (1943) – Antoine de Saint-Exupery
“1984” (1949) – George Orwell
“The Doors of Perception” (1954) – Aldous Huxley
“Pedro Páramo” (1955) – Juan Rulfo
“El Coronel no tiene quien le escriba” (1961) – Gabriel García Márquez
“La metamorfosis” (1915) – Franz Kafka
“Lolita” (1955) – Vladimir Nabokov
“La Divina Comedia” (1313) – Dante Alighieri
“La Iliada y La Odisea” (S. VIII A.c.) – Homero
“20 mil leguas de viaje submarino” (1870) – Julio Verne
“Macbeth” (1611) – William Shakespeare
“The Picture of Dorian Grey” (1890) – Oscar Wilde
“El lobo estepario” (1927) – Hermann Hesse
“Animal Farm” (1945) – George Orwell
“The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy” (1979) – Douglas Adams
“Siddhartha” (1922) – Hermann Hesse
“Lord of the Flies” (1954) – William Golding
“Ensayo sobre la ceguera” (1995) – José Saramago
“La filosofía en el tocador” (1795) – Marqués de Sade
“Madame Bovary” (1856) – Gustave Flaubert
“El viejo y el mar” (1952) – Ernest Hemingway
“Alice in Wonderland” (1865) – Lewis Carroll
“Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde” (1886) – Robert Louis Stevenson
Las edades de Lulú – Almudena Grandes

Y ¿qué quieres escribir?

Escribo cuando siento que me ahogo porque, cuando no escribo siento que me ahogo.

El nivel de [redactado] necesario para autocitarse. Estaba chilo escribir sin pensar quién está leyendo, aunque en realidad sólo conseguía no pensar en ello dejando todo en borradores durante meses. Que para lo inmediato estaba twitter. Y luego tumblr, pero ya ni en tumblr puedo. O sea, podría, a veces no puedo. 

Yo la ansiedad la siento en las manos. Es una energía. Una sensación a medio camino de cosquillas y escalofríos. No sé si haga sentido. Se que necesito mover las manos, los dedos, y entonces escribo. Escribía. Tumblr no es escribir, es como un diario que ya no sé por qué está abierto para quien sea. But I stil need to move my fingers. Aparte de dejar de escribir, dejé de hacer tantas otras cosas. Todas las otras cosas. menos respirar. “Intenta no respirar…” A veces también tejo, pero sospecho es nomas porque las cosas ya están ahí, por ocupar los dedos, y el tiempo. “Tempus fugit, carpem diem”. Tempus fugit…“Y ¿Qué quieres escribir?” pues no esto, pero esto salió. Esto okupa la mente. Los años, los míos más que los tuyos…

Del perdón

Uno puedo esquivar personas, y sentimientos, y renegar de apellidos, y despotricar cada que le preguntan, o nomas contar lo que sientes al respecto, o no decir nada, o acordarse con ooootra línea argumental de This is Us pero igual no decir nada porque… por principio, por respetar la privacidad de otra persona. Nomas no puedes escapar de la genética, solo puedes esperar que no venga a joderte al final. O tomar acciones preventivas por si acaso, aunque ni sepas si es real/genético/hereditario. A veces me caigo mal porque ya voy a cumplir 30 y sigo contando las cosas a medias. Sin embargo, sobre este tema éste es el panorama completo que yo alcanzo a ver, tampoco se me ha dado, ni he pedido, más información.

I’m talking about mental health, I think is fair to say that and still respect others people privacy.

El perdón está en el momento en que siento/pienso muchas cosas, pero ninguna es con rencor.

Meet me in Montauk

Hace días me topé esta frase en Tumblr. A veces tengo muy mala memoria ¿sale?, entonces tuve que googlear para saber de dónde me sonaba. Qué chistoso que se me olvidé un detalle de una película que trata sobre olvidar (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos), o intentar olvidar. Yo no recuerdo por qué estaba tristona ese día, pero sí que pensé: esa película siempre me ha hecho llorar entonces, si la reveo, no tengo que admitir ningún sentimiento como propio. Como cuando vi la primera temporada de This is Us y lloraba desconsoladamente, porque estaba desconsolada, pero también porque Wow, los Pearsons y todas sus vidas.

Terminé de ver la película y sucedió algo que no se calificar como peor o mejor. Sucedió que no lloré. Que algunos personajes me resultaron más acosadores/abusadores, que no recordaba la cronología de algunos eventos clave, que el final me siguió pareciendo muy bueno (porque la gente se aburre, o se harta, hasta que alguien dice “okay pero igual quiero seguir”); pero no lloré. Que Clementine se haya aburrido de Joel, o que Joel haya actuado igualito que yo haría, no me pareció tan trágico.

Es como todas las veces que una relación ha terminado, y a mi lo que me entristece es, precisamente, que no me entristece. ¿Qué afán el mio de estar triste, verdad? Aunque creo que hoy sí lloraría aunque fuera un poquito, aunque fuera por esa gente con quienes voy a destiempo, o con quienes creo ir a la par sólo para terminar tropezando porque el suelo no estaba parejo como creía. A decir verdad, yo me tropiezo hasta en lo plano, ya aprendí que no es culpa de la gente.

Nadie se alegra de sangrar.

Nadie se alegra de sangrar.

Bueno, yo no me alegré de sangrar.

Yo sabía cosas bien básicas como que, había pasado meses sin tomar anticonceptivos, y los había retomado un día antes del encuentro clandestino. También sabía que, la primer semana de tomarlos, se recomienda usar algún otro método.

No sé cosas complicadas como por qué a veces no me importa lo que debería importarme.

Luego viene la terminación externa. Eso al menos lo vi, pero no sé qué tanto afecta el alcohol a ese reflejo.

Y por más que se me dijo que tranquila, que no había pasado, yo desde antes sabía que iba a terminar comprando una bomba. Soy muy paranoica como para quedarme tranquila, e igual ya estaba peleando con mis hormonas en estado natural.

Entonces hice eso. Y esperé. Y leí, y leí, y leí.

Yo sabía cosas bien básicas como, lo siguiente que puedes tomar si por fallar, te fallaba hasta la bomba hormonal. Sabía de nauseas, mareos, fatiga.

No sabía que el sangrado puede ser un síntoma temprano. No sabía para qué otras cosas se utiliza esa. No sabía que en donde vivo hay un colectivo de acompañamiento, ni lo de no estar sola, ni lo de procurar estar a distancia prudente de un hospital, ni lo de revisar el sangrado, ni lo de repetir la toma.

Sabía la escena de Please like me. Sabía que estaban a un mensaje de distancia. Sabía qué podía pagar y qué no. De qué podía hacerme cargo, y de qué no. Sabía que quizá, sólo quizá esto ya era mucha paranoia para tan poca explosión. O nada. O qué sé yo.

Y entonces sangré, pero el sangrado puede ser un síntoma temprano. Ya lo dije, pero es que no supero ese pedazo de información.

Sangré mientras preguntaba si ya había menstruado. Sangré mientras le preguntaba si sabía que el sangrado puede ser un primer síntoma, pero de embarazo. Sangré mientras hacía declaraciones de no intención de paternidad. Sangré mientras sus celos hacían la segunda aparición. Sangré mientras criticaba mi manera de beber. Sangré en la tercera aparición de celos. Sangré el día que tenía pensado volverlo a ver. Sangré sobre su pene, también.

Sangré y no estuve feliz de sangrar, ni de tener cólicos, ni de que entonces nada había fallado. Sangré e hice berrinche de ser mujer. Sangré y me quedé pensando si alguien en serio se alegra de sangrar, o solo se alegra de no estar embarazada.

¿Mencioné la paranoia? Porque todavía me alcanzó para ir a comprar una prueba de embarazo y sentirme en extasis al ver esa única barrita rosa en la ventana C.

No sé por qué C. Ni sé por qué T.

Marzo 26.


Bueno…. bueno, considero que, para quien haya leído este blog anteriormente, es bastante obvio esto no lo escribí pensando en este blog. O en ningún blog. O en alguien leyendo. Yo sólo…tenía estas cosas no dejándome dormir.

A pesar de que solamente escupí mi paranoia, me gustó la manera en que formaron las palabras. Pero…, pero me da cosa ponerlo aquí. Incluso yo lo leo muy distinto. Me sigue gustando, ya es algo. Puede que este sea el peor o el mejor día para colgarlo aquí. Puede.

No he vuelto a buscar lo de la sangre como síntoma, porque sigo en shock; si lo hacen y no lo encuentran, sí díganme.

Lluvia

“Mira, está lloviendo.”

La ventana está a mis espaldas, volteo y más que la lluvia, veo las gotas impactadas en la ventana. Veo a mi escape de las 2 de la mañana, aunque ahora sean las 6:00 am, o quizá más tarde. Es otra hora y es también otra casa, una donde no hay luces públicas que alcancen a iluminar siluetas dormidas, también hay menos ruido en la calle y aquí nadie se ha despertado desorientado creyéndose abandonado. Nadie duerme toda la noche, ya casi es rutina con horas exactas. La ultima noche en la otra casa se fue en fumar, en hablar bajito porque miedos, en ver una película de superheroes, y dormir en el centro de todo con el perro en una esquina. En la nueva casa, el perro ya se sube a la cama, con su propia rutina de cambiarse de lado cada tanto, quizá cada que alguien se despierta. Es un escape diferente, son abrazos distintos, es otra casa, es el mismo

 

Esta historia quedó inconclusa, igual que aquellas ideas de viajes, igual que nosotros. Esta historia no quise “llevármela” al año siguiente. A nosotros todavía no sé dónde nos dejé. 

“Si cruzas los deditos cuando juras, tengo dudas”

¿Alguien recordará el mini relato que escribí hace años sobre una pareja que, ella se está preparando para terminar  mientras que, él está listo para comprometerse? ¿Alguien se habrá quedado con la duda de qué sucedió después de que él sacó el anillo? Yo no lo había hecho, hasta hoy, claro. Por eso estamos aquí.

Puedo todavía ver sus caras, ella completamente confundida y él repleto de esperanza. Pues escuchar el comienzo de una pregunta y explicación “… Sé que no lo hemos hablado, pero creo que estamos bien estamos fuertes” y ella se quiere morir mientras él pregunta “¿Te quieres casar conmigo?” y les juro que quiere decir no, les juro que quiere salir corriendo y que siente ese cosquilleo de ansiedad en manos y pies. Se los juro al tiempo que prometo el problema empezó cuando vio sus ojos llenos de ilusión, de esperanza, de amor.

Entonces aceptó el compromiso, pensando tal vez que comprometerse no es igual a casarse, que pueden pasar años, que cualquier día él podría despertar con otra idea.

No contó con que todos se emocionarian, incluida la amiga que la ayudó a prepararse para lo que se suponía fuera una última cita. Han pasado meses y sigue pensando que tal vez la amiga sí sabía, se ve muy feliz y contenta con todo. Ella no está tan feliz, en ocasiones vuelve a sentir el cosquilleo de la ansiedad, ese que nunca ha sido capaz de explicarle a su supuesto futuro marido. Ha intentado romper el compromiso, no pensó sería tan difícil, no pensó que dolería más que decir “No quiero, yo estaba lista para terminar hoy”.

Eventualmente tuvieron que fijar una fecha, apartar un salón, y de repente ya es el último día en que pudiera cancelar y salvar algo del anticipo. Sabe que no puedes cancelar el matrimonio y mismo tiempo casarse. Sabe, en cambio, que en el año y medio no ha logrado sentirse completamente segura de querer hacerlo. Sabe que lo quiere, tal vez incluso lo ame, es solo que ella no se imaginaba con un anillo en la mano, se imaginaba volviendo a casa sola y triste. Volvió acompañada y no completamente feliz.

Me gustaría decirles qué sucedió, o contar las cosas desde la perspectiva del novio, pero esto es todo lo que tengo, es lo que se me ha ocurrido que acontece con estos personajes que escribí hace dos años. y para ambas partes tomé inspiración en mi vida, aunque a mi nadie me ha dado un anillo.

Afortunadamente.

 

La historia original se titula Reverencia y final